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ELOGIO DE LA VERGÜENZA

  • 21 jun
  • 3 Min. de lectura

 

Hay cosas de las que casi nadie habla y, precisamente por eso, hay que referirse a ellas en alguna ocasión… Actualmente, la maravillosa virtud de la vergüenza está casi olvidada, por lo que vive escondida y avergonzada. Hoy la vergüenza está denostada y menospreciada. Empezaré definiendo: la vergüenza es la virtud que sirve para custodiar a todas las otras. Es la virtud que nos obliga a no enseñar a los demás nuestras peores cosas.

 

Es posible que alguien no tenga nada bueno que enseñar, pero parece imposible que no tenga nada malo que ocultar. La utilidad de la vergüenza es indiscutible:

 

  • En primer lugar, evita que los malos ejemplos se confundan con los buenos, orientando incorrectamente a la gente inexperta.

  • Además de esto, la vergüenza tiene una segunda utilidad fundamental: nos hace a todos la vida mucho más agradable: ¿A quién le gusta rodearse de cosas malas, sucias o feas?

  • La tercera utilidad de la vergüenza es más difícil de comprender, pero no menos importante: sirve para evitar la mala fama.

  • La vergüenza nos ayuda a conseguir y conservar el reconocimiento que han obtenido las cosas buenas que hemos podido hacer, porque como los buenos olores, las cosas buenas, bonitas y deseables siempre corren el riesgo de resultar tapadas por las malas.

 

La sinceridad es otra virtud, aunque opino que no es una virtud tan importante. La obligación de ser sincero, veraz y fiel debe conciliarse con la obligación de ser prudente, justo y respetuoso. La sobrevaloración de la sinceridad ha producido el menosprecio de la vergüenza. Parece que en nuestro tiempo la sinceridad es tan importante y resulta tan valorada, que estamos obligados a contar a todos absolutamente todas las cosas. Parece que nunca podemos guardarnos nada, aunque resulte desagradable o inconveniente…

 

Ser vergonzoso no implica ser mentiroso. No se trata de mentir sobre las cosas, sino simplemente de omitir en el relato el detalle morboso y escabroso de aquello que es malo, está mal, o ha salido mal. No hay que ocultar el fracaso, pero -por vergüenza- la ruina y el fracaso no deben convertirse en carta de presentación de nadie. Y menos cuando se necesita ganarse la confianza ajena. La vergüenza también impide la mención de las cosas que hacen daño, cuando su recuerdo resulta innecesario o inconveniente: ¡Aunque sean ciertas!.


La vergüenza no es más que una forma de respeto, ya que nadie tiene la obligación de ver todas las repugnancias, calamidades y desastres que suceden en nuestro entorno. La conclusión es sencilla: la sinceridad, muchas veces se enfrenta con la vergüenza.

 

Los envidiosos siempre elogian la “sinceridad” y desprecian la vergüenza. Como los envidiosos son incapaces de rendir admiración al mérito, tratan de buscar los errores y defectos. Los envidiosos siempre acusan de cobardes a los vergonzosos y de mentirosos a los orgullosos. Por eso, los envidiosos siempre son grandes amigos de los sinvergüenzas y grandes enemigos de los orgullosos. Este es un dato interesante, porque nos puede ayudar a localizar a los envidiosos, y así poder protegernos de ellos.

 

También conviene comparar la vergüenza con el orgullo, que también es otra virtud pero que tiene un carácter activo. La virtud llamada orgullo nos obliga a mostrar a los demás lo que hemos alcanzado o conseguido, cuando eso es bueno o conveniente. Cuando alguien está legítimamente orgulloso de algo, tiene el deber de actuar para mostrarlo y explicarlo, para que sirva de ejemplo, orientación y guía a los demás. En cambio, la vergüenza es una virtud que tiene carácter pasivo, es una virtud que obliga a abstenerse de mostrar, decir o de hacer. Aunque está claro que no todo el mundo valora de la misma forma las cosas. 


Por eso, hay personas que se enorgullecen de cosas que a nosotros nos parecen que deberían avergonzarles.  Aunque este es un problema distinto: es un problema de escala de valores. Y esa escala, es la esencia del carácter de las personas.

 

Jorge Jiménez Leube

Mayo 2025

Atribución 4.0 Internacional

  CC BY 4.0

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John
21. Juni
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Sin palabras.

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