ELOGIO DE LA AMBICIÓN
- 2 jul
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Artículo de Opinión | Jorge Jiménez

En un cuento publicado en 1940, Jorge Luis Borges nos enseñó que las cosas que se pierden normalmente se duplican. Sin embargo, cuando la gente las olvida, las cosas que se nos perdieron tienden a borrarse, perdiendo sus detalles. Dice Borges que es clásico el ejemplo de un umbral que perduró mientras lo visitó un mendigo, pero que se perdió de vista a su muerte…
La virtud de la ambición casi se ha perdido del todo. Por eso, con la ambición está pasando una cosa parecida a lo que le pasó al umbral de Borges. La ambición tiende a borrarse y es sustituida por otras cosas parecidas pero distintas. Distintas y peores. La búsqueda del beneficio, el anhelo de ganancias fáciles y las ganas de presumir ante los demás, sustituyen con muchísima facilidad a la legítima satisfacción que se deriva de la ejecución y finalización de un proyecto ambicioso.

La fortaleza, que caracteriza al espíritu emprendedor, muchas veces se orienta hacia proyectos ramplones, en los que sus promotores desperdician su talento y sus recursos. El espíritu emprendedor necesita de la ambición, porque el espíritu emprendedor nunca debería desperdiciarse en proyectos miserables.
La ambición es esa escasa y extraña virtud que orienta a unas pocas personas hacia los grandes, pero alcanzables, proyectos. Es la virtud que les fuerza a ejecutarlos correctamente y terminarlos conforme al plan o proyecto que han establecido. Para que la ambición encuentre su acomodo, se necesita ánimo para emprender grandes proyectos, confianza en las propias fuerzas, y paciencia y la perseverancia para alcanzar los objetivos. La ambición se atribuye a las acciones y a los proyectos. No hay personas ambiciosas, aunque lógicamente, por derivación, llamemos “ambiciosa” a la persona que de forma habitual acomete proyectos importantes.
"La ambición no es virtud que esté de moda. Los proyectos ambiciosos siempre resultan perturbadores. Si la tranquilidad, la paz y la estabilidad son objetivos que todos debemos buscar, la ambición no puede ser deseable.
Un proyecto ambicioso necesariamente modificará el entorno en el que se desarrolle, competirá con otros proyectos menos ambiciosos, desplazara a otros candidatos, a otras personas que posiblemente ya estén realizando algo parecido: un proyecto ambicioso siempre es un proyecto perturbador. La ambición siempre incordia. La ambición molesta.
Esta reflexión no me hace apartarme de mi intención de elogiar la ambición y los ambiciosos, sino que me hace cuestionarme el carácter absoluto de los tres valores citados: tranquilidad paz y estabilidad. ¿Realmente es posible un mundo tranquilo, pacífico y estable? Quizás estos tres valores estén resultando sobrevalorados. Pero sigamos con la ambición…

Como pasa con muchas otras virtudes, la ambición puede ser fácilmente confundida con algún otro vicio que la imita. Igual que la vergüenza (que es la virtud que protege a todas las otras virtudes) se confunde muy fácilmente con el vicio de la timidez; igual que la justicia se confunde con la crueldad; la ambición es frecuentemente confundida con la codicia y la arrogancia. Muy frecuentemente el ambicioso resulta despreciado y tachado de arrogante, petulante y codicioso.
La arrogancia es el vicio en que incurre quien, quizá por exceso de ambición, busca proyectos tan grandiosos que resultan inabarcables o irrealizables. Petulancia es el nombre que damos al hábito de ostentar y presumir de cosas que realmente no se tienen. Y la codicia es el ansia de acumulación de riquezas, honores o cargos. Además, el ambicioso debe ser muy cuidadoso con otro vicio, en este caso ajeno: la envidia. La ambición excita extraordinariamente la envidia. Los ambiciosos atraen a los envidiosos como moscas a panal… Por su propia naturaleza, los grandes proyectos (como la ostentación y el lujo) son un reclamo para la envidia y para los envidiosos. ¡Sirva de aviso!

No es fácil ser ambicioso. No es ambicioso quien quiere, sino quien puede. Como cualquier otra habilidad humana la mejor forma de aprender a ser a ambicioso es a través de la imitación, pero… ¿Qué ejemplos de ambición hay disponibles para imitar?, ¿Dónde podemos encontrarlos? Ejemplos de codicia sí que hay. De esos podemos encontrar muchísimos. Igual que ejemplos de arrogancia de petulancia; y por supuesto de envidia. Para aumentar la ambición necesitamos recuperar los ejemplos. Quizá estén más cerca de lo que nos creemos.

Yo pienso que lo que ocurre es que desde hace años esos ejemplos han resultado perdidos, por lo que hoy -ya olvidados por la gente- igual que las cosas perdidas, han quedado como borrados, como desvirtuados en su esencia. Los ejemplos de proyectos ambiciosos están siendo sustituidos por sus duplicados de arrogancia, petulancia y codicia.
Si conoces algún ejemplo de proyecto ambicioso no dejes que se pierda y se olvide. No dejes que se duplique y se degrade. Aunque, al elogiarlo, despertarás la envidia y atraerás a los envidiosos.
Jorge Jiménez Leube
Julio 2025
Atribución 4.0 Internacional
CC BY 4.0



Un artículo que observa el espíritu del emprendimiento desde una perspectiva brillante. 👏🏼👏🏼👏🏼